Vestida para matar
con la sonrisa cargada
y los arcos tensados en los ojos.
Sensual.
Voluptuosa.
Sabes tejer con palabras la seda necesaria para la caza.
Después un roce casual,
un ligero contoneo
y una mirada entornada prometiendo la vigilia.
Ya son tuyos.
Se acabó.
Has ganado tú esta noche.
Escondido en el escote, el corazón quedó a salvo y has salido victoriosa.
Tú también puedes jugar
y anestesiar los sentidos
fingiendo que no te duele.