Sí, ya iba siendo hora de poner
algo nuevo. Parece que llega el verano y me despisto…pero no.
En realidad, es que, esta vez,
quería poner algo alegre. Porque sí, porque me apetecía, por eso de que si la
vida no te sonríe, tienes que sonreírle tú…porque ya está bien de poemas
angustiosos… Sin embargo, parece ser que es cierto eso que me dijeron una vez
de que mi poesía es triste; así que no encontraba nada realmente alegre (creo
que “Veo, veo” ya lo he colgado más de una vez). Medianamente alegre, no triste
del todo…eso sí, pero tan alegre que dé un poco de luz, no. Así que he pensado que
hay un par de cosas semialegres que os podría regalar, a pesar de no estar
contenta del todo: un recital y una sonrisa.
Sí, porque, cuando recito, salgo
del mundo gris y agobiante que a veces me rodea, me olvido de todos los
problemas que me esperan fuera del escenario y me atrevo a ser “la que soy
cuando cierro los ojos”. Sí, porque, cuando, además, recito con Carmen, Rocío,
Riki y Marta me siento mucho más fuerte de lo que soy.
Recital "Más que palabras"
Y una sonrisa…o dos. Porque, una
vez, mi padre me escribió en una carpeta
del cole eso de “Sonríe siempre, aunque tu sonrisa sea triste…”, y yo, que
siempre he sido una niña aplicada, me lo aprendí, y lo he cumplido a rajatabla
cada día de mi vida. Sonrisas en medio del miedo, de la angustia, de la rabia,
del dolor, de la soledad…sonrisas mojadas en lágrimas o impregnadas de miradas
tristes. Pero las sonrisas son
contagiosas y, a veces, es bueno regalar
una sonrisa a los que quieren verte sonreír.
Así que, aunque parece ser que,
por dentro, me está costando encontrar sonrisas, hoy comparto con vosotros una,
o dos, de las de fuera.
Para terminar, una esperanza. La
flor es una de las flores del desierto y será la próxima que cubra mi cuerpo
cuando la heroína nazca, después de atravesar el desierto.
Mil besos