Quería escribir algo bonito para celebrar mi vuelta.
Quería contar estrellas fugaces, rayos de sol, batallas con las olas. Quería relatar la caricia de la espuma que trepa por las piernas y la cintura hasta posarse en las mejillas y los labios; revelar los secretos de las puestas de sol; hablar de los duendes que se esconden entre los helechos.
Quería vaciar mis ojos en el papel.
Sin embargo, parece que hoy las palabras no salen. Se me han quedado prendidas en los acantilados, enredadas en los arenales… y no quieren volver.
Os regalo, entonces, otra parte de mi mirada…