Aprendimos a luchar con uñas y dientes y
a dejarnos la piel en las batallas.
Nos dijeron que todo era cuestión de ser depredadores,
de acumular títulos
de manejar programas imposibles.
Aprendimos a redactar currículos infinitos
en lenguas extranjeras.
Ahora, ya podemos hundirnos en la nada
con una preparación exquisita.