Te empeñas en hacer de mí un mito.
Por ser mujer,
por ser poeta,
por tener el pelo rubio.
Te empeñas en mitificarme
y has creado un personaje
que me gusta más que yo.
Por eso, no digo nada
cuando me miras
con la cabeza volando en otros mundos
y el alma pendiente de mis labios.
Por eso, dejo que me escuches
buscando en mis palabras
la infancia perdida.
Por eso me callo, y no te digo
que el amor no puede parar el tiempo,
que las mujeres no siempre ocultamos algo,
que los poetas también trabajan por dinero,
y que el pelo rubio
se oscurece con los años.