Las autopistas
son idénticas en todos los lugares.
Igual de rectas,
igual de
ilimitadas
igual de
solitarias
con las luces
del extrarradio brillando a su alrededor.
Siempre prometen
un más allá quimérico,
una posibilidad
para la huida,
una libertad
encarnada en la fuerza que imprimes al acelerador
mientras subes
el volumen de la música
y
gritas.
Las autopistas
serían perfectas
si no existiesen
las ciudades que limitan el infinito.
¡Extraordinario! Poesía de los espacios infinitos; tú sí que tienes una autopista en tu sensibilidad... Un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias, mi niño...Habrá que trabajar para dar un rodeo a las ciudades que intenten limitar esa autopista...
ResponderEliminarUn besazo de autopista