Es la vida a través de una ventana.
Un borde de madera enmarcando el otoño
y las hojas de oro desprendiéndose.
Yo también quiero volar en el viento
con sus alas grises preñadas de cristales .
Pero ya es de noche y las hojas
ocres empiezan a dormirse
en la madrugada blanca de la escarcha.
Y son los álamos que ríen hacia el cielo
guiñándole los ojos a mi infancia,
una infancia de manoplas y nieve
de gorros y váho
de olor a chimenea y pinos húmedos.
Y es el cielo blanco que pliega
su sonrisa más nostálgica
por la niña de las trenzas
que no encontraba setas en octubre
y saltaba entre las nubes de mosquitos.
Es la niña que dormías en tus brazos
y bañabas en sirope los domingos
esa niña mimada, consentida
que venía a contarte las historias
que se habían quedado sin final.
La que soñaba príncipes y escribía gorrionesla que daba vida a lo que no quería perder.
La misma que ahora
se esconde en la ventana
y ve caer las hojas del otoño
entre las voces de un país lejano
donde sigue añorando
dormir entre tus brazos
y el próximo domingo
para untarlo de nata.
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Muy hermoso y nostálgico. Un fuerte abrazo Begoña.
ResponderEliminarsin palabras
ResponderEliminarmuuuuuaaak
usaré septiembre 2010 para dejarte fraccionados
los textos la paz y la guerra, si te parece
me voy a tomar algo fresqito
trb
Me parece estupendo...
ResponderEliminarDéjame un sorbito de Shandy...
Mil besos
te dejaré más de un sorbo
ResponderEliminarte va a gustar y vas a qerer más
bss
Niña... no había visto este texto...
ResponderEliminarMuchos besos para esos recuerdos, esa añoranza que vivo a través tuya... nunca olvides que, a pesar de todo, has tenido mucha suerte en tu vida...
Besos,
Carmen
Gracias, mi niña.
ResponderEliminarNo, no lo olvido, nunca lo olvido...quizás es que he estado tan cerca de la perfección y de la dulzura de esa nata, que ahora me cuesta más acostumbrarme a la normalidad.
Pero también he tenido suerte en otras cosas, como mis amigos, por ejemplo... ;). Por eso me sigo sintiendo afortunada, siempre, pase lo que pase.
Mil besos